miércoles, 5 de junio de 2013

Mi bienestar no es tu bienestar. El bienestar que busca la sociedad actual no es el bienestar absoluto.

Después de muchas clases y sobretodo muchos debates dirigidos a la autonomía y al bienestar en educación, sanidad, espiritualidad, justicia, deber moral, etc.
Yo quiero plantear una cuestión sin centrarme en ninguno de los temas que hemos tratado, sino dando un punto de vista general.

En mi opinión es necesario un punto medio, o más bien la mezcla de la autonomía y las pautas del bienestar social para alcanzar mi bienestar personal, pero con ello conseguiré el mío propio y ahí está el problema.

Cada uno individualmente tiene unas determinadas preferencias en cuanto a educación, sanidad, unas diferentes creencias políticas, religiosas, la certeza de que el país funcionaría mejor con un modelo económico o con otro modelo totalmente distinto, imponiendo limites legales, eliminándolos o dejando sólo los que nos interesen personalmente... el debate sería eterno, porque mi mundo ideal no será el mundo ideal de mi vecino, mi bienestar individual no coincidirá con el tuyo en su totalidad muy probablemente.

Desde mi punto de vista uno de los problemas que implica esta desigualdad es el tamaño del territorio a que se dirige y la cantidad de población, cuanto más grande es el grupo, más difícil es la igualdad dentro del mismo, por eso el mundo entero no está gobernado, ni dirigido ni tiene las mismas normas, ni la misma ideología, ni la misma cultura, etc, el mundo se divide en continentes, en países, como España que a si mismo se divide en comunidades autónomas, ciudades, pueblos... aunque estas divisiones tampoco hacen posible que toda la población esté conforme, pero si permite que en agrupaciones más pequeñas puedas elegir la representación que llevará a cabo dentro de sus posibilidades el bienestar idílico para ellos o actuará a favor de sus convicciones.

Para finalizar esta entrada me gustaría apuntar las diferencias que también existen a la hora de juzgar una acción, que puede ser negativa o positiva en función del fin, pudiendo ser un fin autónomo o un fin que busca el bienestar, por ejemplo, la violencia de forma autónoma buscando un beneficio individual está considerada como una acción negativa e injustificada, sin embargo si la violencia que se lleva a cabo por unos antidisturbios, busca el bienestar común en teoría es una buena y justificada acción.

Lo que he querido explicar con esta entrada es que todo lo que una persona ve de una determinada manera puede ser totalmente diferente para otra, que no existe una verdad absoluta y objetiva a la hora de valorar la autonomía y el bienestar.


Irene Gil Antona.

CRECER BIEN SIN IR AL COLEGIO

Así se titula el artículo que a continuación he adjuntado, en el que nos cuentan que existen niños, como unos 4.000 en España que no acuden al colegio y que se forman libremente, no es un artículo muy reciente, es del año 2007.

Me ha llamado muchísimo la atención este artículo y he pensado que sería buena idea comentarlo.

En este caso concreto defiendo que son mayores los beneficios que un niño adquiere acudiendo a la escuela en contraposición de los que adquiere quedándose en casa.

Quiero centrarme en un comentario muy concreto del artículo. Uno de los motivos por los que una pareja decide que sus hijas no vayan al colegio es porque muchos niños sufren acoso de sus compañeros y de sus profesores y quieren evitarles esta tensión, yo en este caso estoy completamente de acuerdo con que las eviten el sufrimiento que para ellas puede suponer pero no me parece justa la decisión porque ellas no son las culpables de recibir ese trato y sin embargo son las que deciden modificar su forma de aprendizaje. Me parece que no es la solución contra el acoso, sino todo lo contrario, lo que es necesario es modificar la conducta de los que tratan mal a sus compañeros o alumnos, acabar con este tipo de conducta porque si no, ¿cuál es la solución? ¿Qué todos los niños dejen de ir al colegio por el comportamiento de algunos?

Con este artículo quería dejar claro mi punto de vista poniéndome en contra de evitar que un niño vaya al colegio porque hay niños o profesores que no llevan a cabo correctamente la educación de sus alumnos, porque el problema está precisamente en ellos mismos, los profesores o alumnos que se dedican a acosar y es lo que tendríamos que evitar, porque si el niño deja de ir al colegio dejará de ser acosado pero habrá muchos más que sigan siendo acosados por ellos. Si deciden que su educación se imparta en casa o sea guiada de forma diferente lo apoyo, pero por otro motivos, no por este en concreto.

Opino que el colegio es una etapa complicada para los niños, por edad, y por todas las novedades a las que se enfrentan, para mí también hubo momentos duros, pero me parece apasionante visto desde fuera la cantidad de cosas que superan, todo lo que pueden aprender con unos profesores y un entorno siempre adecuado, por supuesto, esa es la prioridad.

Para finalizar quería puntualizar que apoyo cualquier tipo de educación siempre que sea beneficiosa para el niño, y que no para todos los niños resultará igual de útil el mismo modelo de educación, sea cual sea, porque habrá niños que tengan más curiosidad e interés por aprender, niños que necesiten más atención que otros, etc.

 

Aquí os dejo el artículo:

Crecer bien sin ir al colegio

Unos 4.000 niños españoles no van a la escuela. Por decisión de sus padres estudian en sus hogares o en colegios no reglados. Son pocos, en comparación con países como Estados Unidos, donde 1,1 millones practican el «homeschooling».

En el colegio, Irene tenía pánico a no dar la talla. «Todos los días lloraba porque no quería ir. No me hice bien con el sistema, no pude con él, lo pasaba fatal». Con 11 años, había entrado en un estado de depresión y su padre, profesor de universidad, le propuso dejar las clases para dedicarse a hacer lo que ella quisiera. Ese mismo año asistió a un taller de plástica y a un curso de teatro en la Universidad de Deusto. «Poco a poco fui redescubriendo mis propios intereses. Me encantaban los vestidos de Lo que el viento se llevó y empecé a hacer muñecas de arcilla para vestirlas». A los 12 años, hizo su primer vestido de época a tamaño natural. Su interés por la costura fue creciendo, hasta hacer del vestuario para teatro su profesión. Hoy, con 28 años, mira hacia atrás con alivio y reconoce que dejar de ir a la escuela le enseñó a «satisfacer mis intereses y a desarrollar mi capacidad de esfuerzo».

«Las consultas de los psicólogos están llenas de chavales que no pueden aguantar la presión escolar, que sufren acoso y malos tratos por parte de sus compañeros o de los propios profesores», apunta Lucía, psicóloga infantil. Exponer a sus dos hijas lo menos posible a este tipo de tensiones es una de las razones por las que Pedro y Lucía decidieron educarlas en casa. Para sus hijas Clara y Azucena, de 9 y 6 años, «no existe una barrera entre lo escolar y el tiempo de ocio. Las niñas no están deseando que lleguen las vacaciones ni el fin de semana», afirman.

Como ellas, otros muchos niños no acuden al colegio en todo el mundo. Y no por dejadez, falta de medios o pereza, sino por decisión consciente de sus padres. Es una opción reconocida por la ley en países como Canadá, Reino Unido, Nueva Zelanda, Francia y Estados Unidos (uno de los países pioneros en el movimiento del homeschooling o educación en casa, con 1.1 millones de estudiantes en el hogar entre los 5 y los 17 años, según su Departamento de Educación). En España, «no existe un censo de niños educados en casa, pero calculamos una cifra aproximada de 2.000 familias, con una media de dos hijos por familia, es decir, unos 4.000 niños», señala Juan Carlos Vila, presidente de la Asociación para la Libre Educación (ALE). «Además, hay mucha gente que no ha salido del armario todavía, que educa a los niños en casa pero no lo dice», apunta Xavier Alá, director de la escuela a distancia Clonlara España.

Al calor de Internet han surgido varios grupos de discusión y colectivos de padres de todas las comunidades autónomas que han decidido no escolarizar a sus hijos. Dos asociaciones les atienden: la Asociación para la Libre Educación, que cuenta con 150 familias registradas, y Crecer sin Escuela. Esta última nació a partir del movimiento Growing without Schooling fundado por el pedagogo John Holt, principal ideólogo de la educación en casa.

Alegando sus continuos viajes de trabajo y su deseo de que su hijo la acompañara, Paula consiguió el visto bueno del Ministerio de Educación para que su hijo Pablo siguiera un programa especial de educación a distancia cuando tenía 8 años (hoy tiene 15). Este programa asigna a los padres la lista de libros que deben seguir y los conocimientos que el niño debe adquirir, con exámenes trimestrales similares a los realizados en el colegio. «Tenía que metérselo con embudo, casi a la fuerza, y no seguía su ritmo. Además, ¿por qué tenemos que desconfiar de su capacidad para aprender? ¿Por qué hay que estar poniéndoles pruebas continuamente?», se queja Paula. Decidió abandonar ese sistema y le inscribió en la escuela norteamericana Clonlara, pionera en la enseñanza a distancia, que en el 2002 abrió una sucursal en España.

Asesorar, no imponer. Como otros padres con hijos no escolarizados, Paula defiende que los niños aprenden por sí solos y que el papel de los progenitores debe ser asesorar y no imponer. «Aprender a decidir, a mandarse a uno mismo cuando nadie te dice lo que tienes que hacer, es la lección más difícil y más importante», afirma.

Más que convertirse en sustitutos de los profesores, muchos de estos padres fomentan el aprendizaje autodidacta de sus hijos, facilitándoles los medios para satisfacer su curiosidad natural. Son materiales asequibles, incluso más baratos que los de una escuela ordinaria: libros (de la biblioteca más cercana), Internet, documentales, cursos de idiomas por ordenador… y, sobre todo, mucho tiempo para conversar, viajar, trabajar juntos. «Los niños aprenden observando la realidad. Si estás haciendo la comida, puede que tu hijo se interese por aprender a cocinar. Si estás en el ordenador, seguro que quiere saber cómo funciona y para qué sirve. Igual que es mucho más bonito aprender geografía viajando que en un libro», apunta Paula.

Otros recursos empleados son los enviados por escuelas a distancia, como la citada Clonlara, o los propios libros de texto que se emplean en los colegios. Clara y Azucena siguen el método Kumon para aprender matemáticas, un sistema inventado por un japonés para aprender cálculo a distancia. «Cada tema nuevo viene acompañado de pistas y ejemplos para resolver los ejercicios. Así, el niño se acostumbra a deducir y razonar, adquiere los conocimientos por propio esfuerzo, de una forma más duradera», explica Lucía. El Kumon se ha convertido para las dos niñas en un ritual y es uno de los pocos deberes ineludibles que tienen: le dedican 15 minutos cada mañana, incluyendo fines de semana y vacaciones.

La implicación de los padres es una de las claves de la enseñanza en casa. En la mayoría de los casos, son ellos los que se encargan de acompañar a sus hijos durante ese tiempo que los otros niños pasan en el cole; sólo una minoría se apoya también en profesores particulares.

El esfuerzo requiere una dedicación a tiempo completo, por lo que muchas de estas familias están formadas por padres que trabajan en casa y se turnan para acompañar a sus hijos. En muchos otros casos, son las mujeres quienes toman ese papel. Catherine, madre de Joel (6 años) y Liam (3 años), eligió dejar un buen trabajo para dedicarse a sus hijos. «Al principio, sentía una presión social muy fuerte ante la pregunta ‘¿y tú qué haces? ¿no trabajas?’. Ahora he tomado plena conciencia de que criar a los hijos es un trabajo fundamental. Los primeros años de la vida son muy importantes, cuanto más fuerte sea la base afectiva de mis hijos, más fortaleza tendrán para enfrentarse a conflictos de la vida», afirma.

«No es una opción para todo el mundo», reconocen los padres de Clara y Azucena. Ellos decidieron dejar sus trabajos, vender su casa en Madrid y alquilar una casita en un pueblo de Ávila, donde viven modestamente. «Es cuestión de prioridades», señalan.

Según cuenta Carmen Ibarlucea, una de las madres de ALE, en la web de la asociación, «es una opción minoritaria, pero igual que la gente se endeuda para adquirir una vivienda de lujo, yo puedo posponer mi desarrollo profesional o incluso suicidarme laboralmente para pasar la mayor parte del tiempo con mis hijos».

¿Y qué hace un niño todo el día, todo el curso, metido en casa? ¿Alborotar? ¿Aburrirse? Los padres que lo han probado lo niegan y aseguran que, tras un periodo de adaptación, encuentran sus propios quehaceres y motivaciones y es más fácil cooperar y compartir el espacio porque, al estar todo el día juntos, padres e hijos se conocen más.

Sin aburrirse. Paula opina que «los que van al cole se aburren porque, si todo el rato les están organizando la vida, cuando tienen tiempo libre no saben qué hacer». Su hijo quinceañero organiza su jornada. «Nunca le he escuchado decir que se aburre. Hay temporadas en que se levanta muy tarde pero, luego, él mismo se da cuenta de que prefiere aprovechar las mañanas», afirma.

Pedro, que tampoco va al cole, cuenta en la web de ALE: «En casa las horas pasan volando. No tienes que mirar el reloj esperando a que llegue la hora del recreo (lo único que me gustaba del colegio)…».

El salto al sistema reglado, incluida la Universidad, no es imposible para alguien que no haya ido a la escuela. La ley dice que cualquiera puede integrarse directamente en el curso de la ESO que corresponda a su edad, hasta los 13 años. A los 18 años, se puede obtener el título de graduado en Secundaria a través de convocatoria libre para, con él, cursar los dos años de Bachillerato y entrar en la Universidad (a los 20 años, lo que supondría un retraso de dos años en relación con los alumnos que hayan seguido la enseñanza oficial a curso por año).

Teniendo en cuenta la posibilidad de que un día sus hijas quieran volver al colegio, Lucía y Pedro intentan que vayan más o menos parejas con los temarios que se aprenden en la escuela. Aún así, la presión y desaprobación social son muy fuertes. Paula reconoce que ha pasado por «momentos de terror y duda porque todo el mundo te cuenta otras historias: te dicen que estás cerrándole puertas al futuro profesional de tu hijo y cosas así». Hoy, se muestra tajante: «Pablo puede hacer o ser lo que él quiera. Si tienes una pasión por algo, cuando te llega el momento de hacerlo, lo haces. La pasión y la confianza en ti mismo te mueve más que la obligación».

Las familias de niños no escolarizados aseguran que no tienen grandes problemas de socialización. «Pablo tiene muchos amigos, aunque la mayoría de ellos va al colegio y hasta las cinco no pueden jugar juntos; también va a clases de cosas que le divierten y conoce gente», cuenta su madre.

Nuria Aragón afirma que sus hijos (de 9 y 10 años, no escolarizados) son muy sociables, se adaptan a cualquier situación y tienen amigos de todas las edades.

Por su parte, Azucena y Clara se juntan con un grupo de niños que tampoco va al cole, mientras que Liam y Joel juegan con los niños de su pueblo, además de conocer a muchos otros como ellos en la escuela libre a la que asisten por las mañanas.

En los centros urbanos, padres como Paula echan de menos «lugares donde los niños no escolarizados puedan reunirse de forma habitual, con monitores que los orienten y apoyen para que puedan hacer lo que les interesa». Algo común en ciudades como Nueva York, donde Prospect Park, en el barrio de Brooklyn, se ha convertido en punto de referencia de «los sin escuela».

José Luis Pedreira, psiquiatra infantil en el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid y autor de un prestigioso estudio sobre acoso escolar o bullying, reconoce algunos pros de la no escolarización: «Disminuye la posibilidad de enfrentarse con el bullying, no existe contaminación educativa respecto a los valores con los que la familia quiere educar a sus hijos y, además, se evita el contacto con factores de riesgo, como el consumo de drogas».

En el otro lado de la balanza, Pedreira opina que «disminuye la socialización y crea un nivel de discriminación en el niño cuando se le compara con otros de su edad. La educación no son sólo contenidos, es la interacción continuada con todo tipo de personas, incluidas las que piensen de forma diferente; ello enriquece el proceso de crecimiento personal. En la educación en casa, esto sufre una restricción importante. La riqueza está en el contraste entre los valores que un niño aprende en casa y los que ve en el cole. Además, no escolarizar supone una salida tangencial de la familia, en vez de pelear por el cambio social educativo desde dentro».

Escuelas libres. Como alternativa a tener a sus hijos todo el día en casa, algunos padres que no desean llevarlos al colegio oficial han optado por las escuelas libres. Es el caso de Joel y Liam. Por lo general, son centros no reconocidos por el sistema oficial de enseñanza, están en áreas rurales y tienen en común un horario reducido (unas cuatro horas por la mañana). Tampoco imponen asignaturas ni hacen exámenes. Apenas existen 4 ó 5 de estas escuelas en España, con referentes pioneros en Inglaterra (Summerhill School), Ecuador (Fundación Pestalozzi) o EEUU (Sudbury School).

Beatriz Aguilera, pedagoga, es la fundadora de una de ellas, en la Comunidad de Madrid. Su centro, creado en 2001, es privado, no está homologado y cuesta unos 300 euros al mes. Acoge a 15 niños que en las cuatro horas del horario escolar pueden hacer lo que quieran en sus instalaciones. Todo dentro de unas normas muy sencillas y claras, como son no pegarse o recoger cuando se ha terminado un juego. «Escuela libre no significa sin límites. Los límites garantizan la seguridad», apunta Aguilera.

Para ella es fundamental que un niño se sienta seguro y querido y esto ocurre «cuando no es juzgado, se le acepta como es y se confía en él». Cuando se le pregunta por la diferencia con el sistema oficial, Aguilera afirma: «En el colegio, al niño se le dice lo que tiene que hacer desde que entra hasta que sale. Nosotros proponemos un ambiente donde nadie decide cómo debe ser un niño o lo que debe aprender».

Para sus detractores, no llevar a un niño a un colegio normal equivale a aislarle en una burbuja de la que no puede salir preparado para enfrentarse al mundo real. Para Paula, «ese mundo real lo podemos cambiar. ¿Por qué tenemos que meterlos en una cárcel para que aprendan un sistema carcelario?».

En la web de la Asociación para la Libre Educación (ALE) www.educacionlibre.org


Irene Gil Antona.


AUTONOMÍA VS BIENESTAR EN LA RELIGIÓN

En esta entrada básicamente quería abrir una reflexión, un debate.

No voy a dar ninguna información que no sepamos, ni definiciones, etc.

 
Siempre hemos tratado temas vitales como puede ser el aborto, la eutanasia, las consecuencias que tiene el consumo de drogas, el suicidio… y yo quiero plantear un tema quizá menos trascendente a nivel vital, pero desde mi punto de vista muy importante a nivel moral o espiritual.

 
Este tema es la religión, en mi caso el cristianismo, y bien, básicamente aquí viene mi pregunta; nos bautizan normalmente con meses, incluso con días de vida, obviamente un bebé no tiene capacidad de decisión y sus padres deciden lo que creen que es mejor para él, coartando su autonomía y haciendo lo que creen que será mejor para su bienestar, pero ¿hasta qué punto es justo, o moralmente correcto incluir a un niño sin voz ni voto a una religión concreta, sea cual sea? ¿no sería mejor esperar a que él decida su propio pensamiento o creencia?

Porque por norma general uno una vez que es bautizado pertenece al catolicismo y es católico, igual ocurre con cualquier otra religión, con costumbres y tradiciones aún más severas, escasamente la gente aunque no esté de acuerdo con la opción elegida para él se excomulga, porque aunque es muy sencillo entrar a formar parte de una religión, no resulta tan sencillo salir de ella, o dejar de formar parte de ella, porque aunque no acudas a la iglesia, no creas y no practiques la religión que te ha sido asignada eres uno más dentro de su “saco”.

 
¿No es la misma religión la que atenta contra nuestra autonomía?

 
Para finalizar quería incluir el enlace de una canción del grupo “Non Servium” que para mi explica en tres frases lo que yo he querido decir en esta entrada:

Se titula la “Gracia de Dios”

"El bautismo y la comunión

Mucho antes de pensar

Buscarán sus filas engrosar"


Irene Gil Antona.

AUTONOMÍA, LIBERTAD Y BIENESTAR:
SOBRE LA JUSTIFICACIÓN DEL PATERNALISMO LEGAL

Una ley es paternalista con respecto a sus ciudadanos, si y sólo si conlleva:
-  la interferencia con o restricción de la libertad de los ciudadanos,  motivada por defender el propio bien de estos mismos, o evitar el daño a estos mismos, sin consideración de su voluntad individual o colectiva.
Según esta definición del paternalismo legal, podrían considerarse como paternalistas diversas leyes vigentes en  España y que son comunes a otros sistemas jurídicos occidentales. Serían paternalistas, por ejemplo, leyes que obligan a abrocharse el cinturón de seguridad en automóviles o llevar casco en motocicletas, leyes que prohíben el uso de drogas recreativas, la eutanasia, los juegos de azar, o la esclavitud voluntaria, etc. Aclarada ahora en cierta medida la definición del paternalismo con sus condiciones suficientes y necesarias y algunas distinciones pertinentes, pasamos a la pregunta de mayor relevancia filosófica: la pregunta por la justificación y legitimidad del paternalismo legal. ¿Es justificable el paternalismo? ¿En qué casos y bajo qué criterio ético se justifica la violación de la autonomía del individuo? ¿Es necesario en todos  los casos consentimiento, pasado, presente o futuro? ¿O es suficiente el consentimiento hipotético de un agente racional ideal? ¿A qué ideales normativos ha de responder la ley paternalista? ¿A la autonomía, a la libertad, a la justicia social, a la dignidad humana? Suscitado en gran medida por el tratamiento liberal del paternalismo que ofreció John Stuart Mill en su famoso ensayo Sobre la libertad, en los últimos años, se ha llevado a cabo un debate más puntualizado sobre la justificación y legitimidad del paternalismo legal, Las posturas se reducen básicamente a dos:  la antipaternalista y la  paternalista.
El que sostenga una justificación deontológica del paternalismo deberá aportar un criterio específico por el cual se justifica la ley paternalista: la autonomía, la libertad, la justicia, etc

Este texto lo recogí de un ensayo de la Universidad Complutense de Madrid, colgado en la red , texto que me pareció muy interesante y acorde tanto con el tema del blog, como con lo visto el último día en la clase de teoría. Os dejo el enlace por si queréis echarle un vistazo y hacer algún comentario al respecto.
http://dspace.usc.es/bitstream/10347/5440/1/37-49.pdf

TAMARA RUBIO MADRID

martes, 4 de junio de 2013

Bienestar Social en el mundo

Hace una semana se publicó un informe de bienestar económico y social, el cual, elabora la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Dicho informe resalta que Brasil (puesto treinta y tres de los países analizados) está colocado por delante de México en la clasificación de de calidad de vida. Estos dos países fueron estudiados junto a otros treinta y seis países más, en su mayoría economías avanzadas, pero también se encontraban países emergentes.
Se encuentran en los primeros puestos países como Australia, Suecia y Canadá.

La OCDE para poder medir dicho bienestar economico y social ha tomado en cuenta varios indicadores como: vivienda, ingresos, empleo, educacion, compromiso cívico, saluda, seguridad... Con respecto a los datos economicos, Brasil es el ultimo en ingreso familiar disponible neto, aunque es México quien se sitúa en este rango por encima de Brasil. En el empleo, tanto Brasil como México super la media de ciudadanos que comprenden entre los quince y sesenta y cuatro años con trabajo remunerado; son trabajos con horarios muy extenso, que supera la media de la OCDE. Se ha comprobado que un trabajador mexicano trabaja mas de dos mil horas al año, y es despues de los turcos, donde menos horas se dedica al ocio y al cuidado personal.

En cuanto a la educacion, los adultos de ambos tienen un porcentaje igualado en cuanto persona que tienen un titulo de educacion secundaria, que comprenden los veinticinco y sesenta y cuatro años.

Este tipo de informe también analiza otros indicadores como son la esperanza de vida, donde ochenta años es la media, y que en los dos países son setenta y cuatro años la edad máxima correspondiente de esperanza de vida.

Quería exponer esta noticia con motivo de que a través de esta organización (OCDE) podemos comprobar cual es nuestro nivel de desarrollo en el bienestar social, y también económico. Comparando dos países que están aparentemente en el mismo "nivel", podemos ver que hay varias diferencias entre ellas, y que han sido analizadas.

Rebeca Fernández.

SE PROHIBE A UNA MUJER ABORTAR EN EL SALVADOR

He querido comentar la noticia de una chica de veintidós años, que está embarazada de veintitrés semanas. El feto es anencefálico, es decir, que le falta una gran parte del cerebro, y ella padece varias enfermedades como el lupus, una grave insuficiencia renal, etc. Por ello, la joven pidió una solicitud de aborto a la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de El Salvador, país donde pertenece, sin embargo, la solicitud fue rechazada.

En El Salvador desde 1998 está prohibido abortar y esta penado con la cárcel a la madre y al médico que practique el aborto, aún en casos como éste en el que debería ser legal. Por ejemplo en España en caso de que haya riesgos para la madre o para el futuro bebé es legal abortar.

También otros países Latinoamericanos como: Nicaragua, República Dominicana, Chile y Honduras prohíben esta práctica.

Para la chica la consecuencia de este embarazo si sigue hacia delante sería en el mejor de los casos, que el feto podría nacer, pero viviría poco tiempo debido al grave problema de salud que presenta, y no podría tener una vida normal. Y en el peor de los casos, tanto la madre como el feto podrían fallecer.

La continuación de este embarazo acarrearía riesgos de salud para la madre y el futuro bebé. Por ello, y sabiéndolo las autoridades políticas de El Salvador deberían de ceder a la petición de abortar por parte de la joven. Y posteriormente, tendrían que crear unas medidas más flexibles en relación al aborto en El Salvador.

Considero que en los países en los que está prohibido abortar deberían de crear una ley para regular el aborto y dejar practicarlo por lo menos en supuestos en los que el embarazo cause riesgos  para la madre y el feto, en caso de violación, etc.

Se tendría que aceptar la autonomía en la decisión de esta chica, ya que mejor que ella nadie conoce la situación tan difícil en la que se encuentra, y con esta decisión se conseguiría el bienestar para las dos partes implicadas.

Finalmente, en México se le ha realizado a Beatriz una cesárea para extraer al bebé que después ha muerto.


Bibliografía:



Mª Natividad Cabrero Sanz

lunes, 3 de junio de 2013

EL DERECHO A LA HUELGA

El derecho a la huelga se contempla en el artículo 28.2 de la Constitución española como un derecho fundamental, en el que se expone lo siguiente: “Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad”.

Todos los ciudadanos tenemos la libertad de ejercer de derecho a estar en huelga, acudir a ellas y a las manifestaciones, en las que se reivindiquen nuestros derechos como: las huelgas que defienden la educación y la sanidad públicas, el derecho al empleo, etc.

Un ejemplo de huelga fue la de la limpieza que ocurrió hace unos meses en la Universidad Complutense. La mayoría de las personas que acudimos a la universidad como: profesores, estudiantes, conserjes, etc., apoyábamos al personal de limpieza y de mantenimiento; y entendíamos que quisieran manifestarse y hacer notar su descontento a través de no limpiar hasta que llegaran a un acuerdo con la empresa sobre sus condiciones laborales y salariales.

En los primeros días de esta huelga se comprendía que algunas personas hubieran tirado papeles por el suelo, ya que de esta manera el problema de este colectivo se hacia más visible.

Posteriormente, otras personas empezaron a arrojar restos de comida, bebida, volcaron papeleras, etc., tanto por el pasillo como dentro de las clases, y el cúmulo de esto ocasionó mal olor e incomodidad entre las personas que vamos a la universidad. Además había que tener cuidado al andar por los pasillos por posibles caídas, no se podía entrar en los servicios, puesto que el olor era insoportable y las condiciones eran antihigiénicas.
Todo esto hizo que casi todos acabáramos muy molestos por la situación a la que se había llegado, ya que una cosa eran unos papeles que no molestaban, y otra muy distinta el montón de desperdicios que se acumularon.

Por lo tanto, la huelga de la limpieza se inicio de forma tranquila y pacífica en la que una gran parte de los individuos comprendíamos la situación complicada por la que estaban pasando este colectivo, y después hubo un gran descontento por como evolucionó debido a un grupo de personas.

Porque el derecho a la huelga es un derecho de todos, y al igual que cada individuo tiene libertad para hacerla, también se debe respetar a las personas que no quieran participar en ella o no quieran llegar a puntos tan radicales, y no imponerla a la fuerza, que es como terminó ocurriendo. Ya que, nadie fue preguntando si el resto estaba de acuerdo con lo que estaban haciendo y ello influyo en el bienestar de todos.

Y además que si pensaban que con tirar desperdicios estaban apoyando al colectivo de limpieza, pienso que no le beneficiaron mucho, puesto que una vez que llegaron al acuerdo, tuvieron que recoger y limpiar más de lo que en un principio pensaban. Este personal era consciente de lo que iba a suceder si se manifestaban y no acudían a su puesto de trabajo, sin embargo, tuvieron que hacer un doble esfuerzo, pudiéndoselo haber ahorrado, para que todas las instalaciones volvieran a estar muy limpias.



Mª Natividad Cabrero Sanz

domingo, 2 de junio de 2013

Paternalismo bueno y paternalismo malo

Con frecuencia, en la vida cotidiana de las personas, de las familias, comunidades y pueblos se ven situaciones que con frecuencia se pueden calificar como de partenalistas. Y se aceptan también con frecuencia como normales o al menos aceptables.  Los padres son “paternalistas”; los gobernantes son “paternalistas” en muchos casos; los docentes con sus alumnos, y así sucesivamente.
Pero hasta donde ese paternalismo es bueno o malo, o conveniente y no conveniente. O todo paternalismo es “malo” o “bueno”, sin posiciones intermedias.  Para tratar de responder estas respuestas, hay que necesariamente tomar como referencia la libertad y la autonomía de las personas; pero además otros valores como la dignidad, la responsabilidad, la realización personal.  Ello demuestra que no es una tarea fácil tratar de limitar lo que puede llegar a ser un paternalismo bueno o malo, o en otras palabras, hay un paternalismo necesario y otro no necesario.  Es el fin de la presente reflexión.
En el texto de referencia, de Victoria Camps, titulado “Paternalismo y bien común”, se acepta que hay paternalismo bueno y otro malo.  Ello tomando como referencia la noción de libertad y de autonomía.  El malo restringe la libertad de las personas y su autonomía; el bueno, las favorece.  El paternalismo bueno busca el bien ajeno, el malo busca el propio bien, aprovecharse de una determinada situación. ¿Pero qué se puede entender en ese contexto por libertad? ¿Qué por autonomía?

La libertad según Berlin, citado por Camps, tiene dos dimensiones. Una dimensión negativa, que se pudiera llamar la libertad de hacer. Y otra positiva, que se podría calificar como la libertad de ser.  Las dos se complementan, siendo necesaria la primera para llegar a la segunda.  Cuando una persona paternalista se acerca a otra, puede llegar a afectar la libertad de hacer y de ser. Sucede cuando el padre sobreprotege al hijo y lo encierra con el pretexto de protegerlo; está limitando su libertad y su desarrollo autónomo. O cuando un gobierno se vuelve policivo en exceso, con el pretexto de que sus ciudadanos necesitan de protección y entonces comienza a inmiscuirse en su vida personal, llegando a limitar sus libertades básicas.  También un paternalismo que a primera vista pudiera calificarse como bueno, puede llegar a situaciones similares.  Cuando a una persona se le da todo lo que necesita (el dicho popular de que se le da el “pescado” y no se le enseña a pescar), entonces se cae en un paternalismo nocivo.
Es muy fácil traspasar esa línea entre el paternalismo bueno y el malo, más hacia el lado malo. Porque quien asume una actitud paternalista, con frecuencia termina considerando que tiene algunas prerrogativas o derechos sobre el protegido, y termina buscando sacar ventaja de dicha situación.  Esa invasión a la libertad y autonomía del otro, trae una afectación a su propio desarrollo, la cual depende del grado en que se manifiesta dichas situaciones paternalistas.  Por lo general son muy negativas, porque afectan el libre desarrollo de la persona protegida.

El paternalismo bueno es por tanto más difícil de lograr. Es un ideal más caro y más complejo. Lograr que el acercamiento al otro sea constructivo, para que ese Otro adquiera las competencias necesarias de ser libre y autónomo es una tarea que requiere de mucho tacto.  De hecho, debe ser un paternalismo que genere unas condiciones para el crecimiento personal, de formación para la libertad y la autonomía, que respete los límites, la dignidad, la persona que encarna el semejante.

En conclusión, es común en nuestra sociedad las manifestaciones paternalistas. Otros dirían asistencialistas,  pero en su dimensión negativa.  Es obvio que en ciertas circunstancias de lugar y tiempo, es necesario que exista ese paternalismo, que lo podríamos considerar como solidario. Pero se debe buscar que ese paternalismo pase a ser positivo, llegándose a construir una relación significativa con la persona vulnerable, personificante, dignificante. En otra palabras, humanizante.

Nerea Callens Barquero

sábado, 1 de junio de 2013

¿Por una vivienda digna?

Al principio de nuestro blog hemos hablado de las necesidades básicas de un individuo dentro de una sociedad para que se cree ese “bienestar” que tanto nos promete el Estado.
Hoy quiero destacar una reseña que está sonando mucho durante varios meses en nuestro país, y es que la realidad que nos acecha a día de hoy, es que cada quince minutos en España se está produciendo un desahucio.
Lo primero que quiero destacar es uno de los artículos de los Derechos Humanos que definen bien lo que quiero manifestar ; se trata del articulo Artículo 25.1 “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”.
También podemos encontrar en nuestro ordenamiento jurídico dos artículos que reflejan el derecho de una vivienda digna, y son los siguientes: el artículo 47 argumenta que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos”; y en el articulo 50 encontramos que “Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio”.
Indagando un poco sobre el tema he podido encontrar una iniciativa positiva en el que se ha creado un servicio municipal de atención frente a los desahucios, en Bilbao. Este órgano está formado por Acción Social y Viviendas Municipales, los cuales, se encargaran de hacer un seguimiento de la estrategia de actuación municipal ante las situación de desposesión de vivienda por sobreendeudamiento. Se establecerán medidas como facilitación de información, orientación y asesoramiento realizando un pre-diagnostico jurídico.

Con esta nueva iniciativa que se ha creado en esta comunidad autónoma, solo queda esperar que se vayan produciendo cambios para que las personas perjudicadas que están a punto de perder sus hogares puedan continuar teniendo ese derecho que tanto se menciona en nuestra Constitución, y que de esa manera sí que gocemos de un bienestar.
Rebeca Fernández-.
AUTONOMÍA Y BIENESTAR EN EL ÁMBITO LABORAL

La autonomía y el bienestar son más fáciles definirlos como conceptos, que llevarlos a la práctica debido a su complejidad. Es un dilema ético que encontramos en profesiones como: médicos, profesores, trabajadores sociales, etc.
Estos dos conceptos se pueden definir de la siguiente manera:
La autonomía es la condición de un individuo de no depender de nadie.
El bienestar es el estado en el que se hace sensible el buen funcionamiento de la actividad somática y psíquica.

Algunos ejemplos según profesiones en las que se pueden encontrar un conflicto ético son los siguientes:
En las profesiones sanitarias son temas controvertidos como: el aborto y la eutanasia. En este ámbito prevalece el deber de curar al enfermo sobre el deber de respetar sus decisiones.

En el ámbito escolar cuando un alumno voluntariamente deja los estudios. El profesor puede no decirle nada, no puede obligarle a que continúe, ya que es su decisión, pero es importante que le aconseje y explique distintas alternativas para que luego él elija la que mejor le convezca.

En el campo de los Servicios Sociales, los trabajadores sociales pueden tener casos en que en una pareja, uno de los dos le ha contado que tiene una enfermedad de transmisión sexual, pero el otro miembro de la pareja no es consciente de la enfermedad.
Otros casos pueden ser los de un usuario que consume drogas y una menor que esté embarazada y ambos se lo cuentan al profesional, sin embargo, sus padres no lo saben.

¿Qué haría el trabajador social en estos casos?
Por un lado, podría no decir nada ni a la pareja ni a los padres, ya que primaría el secreto de confidencialidad entre el trabajador y el usuario, y por tanto la autonomía de éstos al decir a quien contárselo.
Por el contario, el profesional se lo diría si para él lo fundamental fuera el bienestar de las personas, tanto de sus usuarios como de las personas de su entorno.

En muchas ocasiones trabajando se encuentran dilemas éticos en los que el profesional no sabe que hacer para solucionarlos, si que prevalezca la autonomía o el bienestar de la persona con la que trabaja. Habrá veces que será más una que la otra, su ética estará por delante o respetarán la de los demás.

Lo importante es intentar llevar un equilibrio entre autonomía y bienestar y no centrarse sólo en un punto de vista. El profesional tiene que reflexionar, sensibilizarse sobre el asunto y tomar una decisión  sensata y lo más satisfactoria para todos.



Bibliografía:
Salcedo Megales, Damián (1998). Autonomía y bienestar. La ética del Trabajo Social. Editorial Comares.



M ª Natividad Cabrero Sanz

miércoles, 29 de mayo de 2013

CASOS PRÁCTICOS

Me gustaría proponer algunos casos para debatir y discutir sobre algo físico y tangible. ¿Qué podría opinar una persona defensora de la autonomía? ¿Y la defensora del bienestar? ¿En qué casos el lícito sobreponerse a la libertad de un individuo para hacer lo mejor para el bienestar social? y, por el contrario, ¿en qué casos podríamos disminuir el valor del bienestar social para imponer la decisión del individuo? Desde luego, la respuesta no es sencilla.

1.      Un caso que estamos viviendo actualmente es el de los desahucios. Desde luego, la persona desahuciada no quiere dejar su casa, en este caso, si la obligamos a marcharse, estaríamos actuando en contra de su voluntad, de su autonomía para buscar el bien común. Este bien sería el que buscan los bancos. Si permitimos a una familia que deje de pagar la hipoteca sin consecuencias, todo el mundo optará por hacerlo. Desde mi punto de vista, en este caso, la solución correcta sería actuar en contra de lo que marca el bienestar general, dado que se trata de una situación injusta. Las leyes en general, miran por el Bienestar de la sociedad y no se centran en el individuo ni en sus casos, creo sinceramente que antes que imponerlas, es necesario observarlas con cautela.

2.    El caso de una persona que, bajo el secreto profesional nos ha contado que padece una enfermedad sexual venérea grave y no  lo ha comentado con su pareja con la que mantiene relaciones sexual no seguras es un caso que llevamos observando y escuchando desde el principio de la carrera. Aún no hemos encontrado una solución adecuada para este problema. Desde la autonomía, trataríamos de conseguir que la persona enferma hablara con su pareja argumentándole las ventajas de ello pero, en caso de que no quisiera, por el bienestar de ambos, podríamos contárselo sin consentimiento, sin embargo, de esta forma romperíamos la confianza de esa persona en nosotros, burlando el secreto profesional e impidiendo que puedan realizarse nuevas intervenciones con el sujeto.

Este dilema se presenta muchas más veces, cuando el trabajador estima conveniente romper la confidencialidad o se pregunta sobre si debe hacerlo o no, cuando el trabajador social realiza informes que leerán otras personas… También podemos encontrarnos en esta situación al acudir a testificar a un juicio en el que se ha visto involucrado un paciente, momento en el cual debemos decidir si romper la confidencialidad o respetar la ley en lo que concierne a decir la verdad en el juzgado.

3.    Un caso más concreto es el de Pedro es un hombre soltero de 59 años que lleva conviviendo con una depresión endógena severa desde hace unos 20 años y en el último año le han diagnosticado un cáncer de laringe (en cuya intervención le quitarán las cuerdas vocales y se le realizará una traqueotomía, quedándose sin habla). En una de las entrevista con la trabajadora social, le comenta que ha puesto sus asuntos en orden y que tras tantos años con la depresión y el diagnóstico recibido, ha pensado suicidarse tomando una sobredosis de ansiolíticos, ya que no quiere pasar el último tramo de su vida en el hospital o quedar limitado de por vida por la laringuectomía. 

Teniendo en cuenta la autonomía, la  libertad de la persona y la competencia, Pedro tiene derecho a la autodeterminación y la libertad de elegir que quiere hacer con su propia vida, siempre teniendo en cuenta si es competente para tomar esta decisión. A este principio habría que sumar lo citado en el artículo 17 del Código Deontológico español donde textualmente “El Trabajador Social debe respetar las opiniones, criterios y decisiones que el usuario/cliente tome sobre su propia existencia, aunque no los comparta”. Sin embargo, si tenemos en cuenta el principio de protección de la vida y el bienestar de Pedro, la trabajadora social tendría que intervenir evitando que Pedro se suicidara (al menos en los momentos posteriores a la comunicación). En relación a esto entraría en juego el principio de confidencialidad, ya que de intervenir se tendrían que tomar medidas implicando a terceros profesionales debidamente informados, por tanto se les transmitiría la información estrictamente necesaria para su posterior tratamiento. Sin embargo, en este caso habría que tener en cuenta la calidad de vida que tendría Pedro en el futuro y los intereses de Pedro.

5.    He leído el caso de una madre soltera con cuatro hijas en adopción y/o acogimiento familiar. Actualmente no está utilizando ningún método anticonceptivo y según su situación, en caso de quedarse embarazada, de nuevo Menores se lo retiraría directamente en el hospital. Es un tema que ella no quiere tratar. En este caso, la autonomía de la persona dicta que dejemos que siga con su conducta, no quiere hablar del tema ni quiere utilizar protección con su pareja, sin embargo, para obtener el bienestar es necesario cerciorarnos de que toma precauciones a la hora de tener relaciones, para evitar males mayores más adelante.


A la vista de estos casos puede observarse que posicionarse en autonomía o bienestar resulta harto complicado, de forma que, en cada caso, como profesionales responsables, debemos decidir qué es lo mejor en términos generales y no dejarnos llevar por una idea genérica y teórica de qué es lo que está bien.

TERESA DÍAZ DE ATAURI
¿POLÍTICA SOCIAL Y/O ECONÓMICA?

¿QUE ESTÁ PASANDO CON EL ESTADO DE BIENESTAR?
¿HACIA DONDE NOS QUIEREN LLEVAR?
¿LA POLÍTICA SOCIAL PASA A UN SEGUNDO APARTADO?
Ahora que tanto se habla del estado del "malestar", conviene quizás remontarse a los orígenes del estado del bienestar para comprender mejor lo que está en juego. "La idea surge tras la devastación causada por la Segunda Guerra Mundial en Europa. Los partidos democráticos llegan a un consenso para dar 'protección' a los ciudadanos. Se trata en el fondo de intentar crear una sociedad más justa, con un reparto más equitativo de la riqueza entre la población y con el ideal del pleno empleo".
Tomás Fernández-García, 62 años, profesor titular de Trabajo Social en la UNED, lleva casi toda su vida profesional dedicado a la persecución de ese escurridizo "ideal", vapuleado ahora por la cruda austeridad. A la dura encrucijada le ha dedicado un extenso artículo -'El estado del bienestar frente a la crisis política, económica y social'- en el que arremete contra el neoliberalismo rampante por estar creando "situaciones de pobreza y exclusión social que no veíamos desde hace cuatro décadas".
¿Qué nos quedará del estado del bienestar?
Las situaciones de pobreza, paro, precariedad y falta de vivienda en España son ya intolerables.En los últimos cinco años hemos dado un paso atrás de varias décadas. Yo sigo reivindicando ese modelo que nos permitió alcanzar altas cotas de igualdad y solidaridad colectiva, frente a la codicia y la especulación de las élites económicas, que han sido las auténticas causantes de la crisis"."Nos quedará la capacidad para seguir luchando por los derechos sociales que tanto nos costó lograr. Yo sigo teniendo una gran esperanza en la capacidad de los ciudadanos para forzar los cambios desde la calle. No sé cuánto tiempo más puede durar este ataque feroz contra el modelo que ha permitido que millones de personas accedan a una vida digna, pero imagino que tendrá un límite, porque el sistema necesita del consumo de las clases medias y no se las puede seguir destruyendo como hasta ahora".

EL MEJOR Y EL PEOR DE LOS CASOS

"En el mejor de los casos, volveremos a conseguir algunos grados de bienestar, pero siempre estaremos muy por debajo de lo que tuvimos hace apenas cinco años, cuando los gastos sociales eran el 20% del PIB. Ahora debemos rondar el 13% o 14%, uno de los más bajos de Europa. Hay ya más de un millón de familias totalmente desprotegidas, y quienes más van a pagar la factura van a ser van ser las mujeres, los niños y los mayores. No tardaremos en perder nuestra posición privilegiada entre los países con mayor esperanza de vida".


De aquella experiencia surgió un vínculo que dura hasta ahora y que siempre tuvo como telón de fondo aquella lucha desigual (aunque había traficantes entre los marginados, y también policías de dudosa reputación que saltaban con pasmosa familiaridad entre los dos bandos)
La crisis nos afecta a todos, pero la capacidad de defensa es muy diferente según el lugar que se ocupe en la distribución la renta. La desigualdad económica es cada vez más grande. Los ricos son cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres. Y lo cierto es que no podrán salir de esa situación de exclusión sin el apoyo del Estado.
JAIRO GARCIA APARICIO
EL PROYECTO DE UNA NUEVA SOCIEDAD, PROYECTO DE AUTONOMÍA SOCIAL E INDIVIDUAL


Ese proyecto, que en las palabras de Castoriadis, “…es creación política en su sentido más profundo, y cuyas tentativas de realización, desviadas o abortadas, han informado ya a la historia moderna”, está alimentado por la pasión de la autonomía, la cual, como dice Yago Franco, conduce a un ilimitado movimiento de cuestionamiento de lo instituido; es decir, como una “actividad constante de desinstitución de todo lugar-amo”, cuyo ejercicio es placentero en tanto nos posibilita darnos nuestras propias leyes, proporcionarnos de una manera lúcida un modo de lo social opuesto a la heteronomía, concebida ésta como un estado del colectivo en el cual la ley nos es impuesta o nos es dada aún en ignorancia de lo que sucede. Pues, como afirma este autor, “Las sociedades tienden a crear a un Amo de la significación, una instancia vivida como exterior a ellas, que tomará la forma de procedimientos de funcionamiento político, orden jurídico-legal (apropiado por una parte de la sociedad que domina a la otra), o tiranos, brujos, etc., todos vividos como naturales, incuestionables, originados en leyes divinas, o en héroes de una historia devenida novela, etc.”

Pasión por un principio en este tiempo en el que somos víctimas de los efectos del avance de la insignificancia, expresados, entre otros, en la pérdida de orientación para la vida colectiva e individual; y también en circunstancias y lugares donde nos amenazan prácticas totalitarias que persiguen, sutil o abiertamente, el secuestro de nuestras subjetividades y la prohibición de pensar críticamente, ávidas de tener almas rotas subordinadas incondicionalmente al poder. Con toda razón se señala que la noción de autonomía se encuentra en las antípodas de todo totalitarismo.

Es la pasión por la autonomía a la que otros autores también le han prestado atención con ópticas y herramientas conceptuales distintas, como Anthony Giddens, quien se refiere a dicho concepto como “la capacidad de los individuos de reflexionar por sí mismos y de autodeterminarse”, de tal manera que éstos, con base en sus propios criterios, puedan “deliberar, juzgar, elegir y actuar en diversos modos posibles de acción”. Pasión por un principio, según el cual se les reconoce a los individuos iguales derechos y obligaciones en la determinación de las condiciones de sus propias vidas, sin que ello, por supuesto, niegue los derechos de los demás.

Jairo García Aparicio
3º Trabajo Social
Ética y deontología del T.S.

martes, 28 de mayo de 2013

ESCOLARIZACIÓN=INTEGRACIÓN??

Daniel tiene 10 años y lleva cuatro y medio sin ir al colegio. Es un niño con autismo y sus padres prefieren tenerle en casa antes que escolarizarle en un centro de educación especial; exigen que se le atienda en un colegio ordinario con los apoyos que hagan falta. Pero la Junta de Castilla y León  insiste en que el centro específico es la mejor opción, dadas las grandes necesidades de atención del chaval. Los tribunales de Palencia y el Superior de Justicia de la comunidad dieron la razón al Gobierno autónomo, pero ahora el Tribunal Constitucional acaba de admitir a trámite el recurso de amparo de la familia para revisar su caso.
Además, pesa sobre los padres una denuncia de abandono, ya que la escolarización es obligatoria por ley en España desde los 6 a los 16 años. Sabino Herrero, director provincial de Educación, dice que no tuvieron más remedio que informar del absentismo continuado a la Fiscalía de Menores, con lo que el proceso se puso en marcha, y recuerda que hay al menos cinco informes de especialistas psicopedagogos realizados en distintos momentos que no dejan lugar a dudas sobre la necesidad de atender al chico en un centro especial.
 “¿Cómo pueden hablar de abandono? Si me paso las 24 horas del día con él”, se queja por teléfono Azucena Ortega, la madre de Daniel. Ortega, de 45 años, cuenta que nunca aceptaron que su hijo vaya a un centro de educación especial, por lo que prefieren tenerle en casa. “Hacemos nuestros ejercicios de lectura global (con dibujos y letras), y trabajamos los números”, explica la madre. Está convencida de que tiene todo el derecho de exigir que su hijo vaya al centro ordinario, y a que la consejería ponga todos los medios posibles para que sea así.
La ley dice que el principio que debe guiar la educación de los menores con discapacidad (sea psíquica o física) es la inclusión, es decir, la integración en centros ordinarios de estos chavales. Sin embargo, admite que las Administraciones valorarán la necesidad de llevarles a otros centros especiales, aunque esto “solo se llevará a cabo cuando sus necesidades no puedan ser atendidas en el marco de las medidas de atención a la diversidad de los centros ordinarios”, señala la norma en vigor (LOE, 2006).
La sentencia de octubre del año pasado del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, tras la lectura de esos informes, concluye: “Daniel necesita algo más, mucho más que ajustes razonables respecto a lo que precisan sus compañeros de edad similar [...] Una cosa es que Daniel, con su total dignidad de persona tenga derecho a la educación y a integrarse en la educación ordinaria y a que se le presten ayudas y apoyos para lograrlo y otra muy diferente que toda la educación ordinaria de un aula ordinaria se transforme, de hecho, en un aula especial solo en su favor; ello excede la razonabilidad”, señala el fallo.
De nuevo quiero abrir un debate entre bienestar y autonomía, deberían estos padres resignarse y llevar a su hijo a un centro de educación especial o por el contrario tienen derecho a educarle en casa "a su manera". El tribunal constitucional ya ha dejado claro que una vez más predomina el bienestar frente a la autonomía.

NEREA CALLENS BARQUERO


lunes, 27 de mayo de 2013

¿INTERNAMIENTO LEGAL?

El Bienestar como concepto general que engloba a la sociedad puede ir en contra del bienestar de personas individuales. En estos casos, las labores profesionales son harto complicadas, de ahí surge el dilema Autonomía VS Bienestar.

Las personas tienen derecho a la libertad física y mental, pero si una persona es un peligro para sí misma o para los demás, la sociedad tiene el poder (o el deber) de encerrarle privándole de su libertad física para impedir que haga daño. Es el caso de tantas personas encerradas en instituciones penitenciarias o mentales.
Todos estaremos de acuerdo en que si una persona dedica su tiempo a asesinar a otras personas, la mejor solución para el bienestar de la sociedad será mantener a esa persona en un lugar que impida que vuelva a cometer esos actos pero, ¿ocurre lo mismo con otro tipo de delitos como el tráfico de drogas o la falsificación? Y, volviendo sobre el tema de la legitimidad de las leyes ¿Quién decide quién entra y quién sale y porqué tiene ese poder? ¿Quién debe marcar que es bueno o qué es malo? El límite es necesario ponerlo en algún sitio. Podríamos pensar que un traficante no hace daño a nadie directamente, simplemente expone un producto, se hace daño uno mismo si lo compra y lo consume, pero hay delitos que no pueden analizarse tan fácilmente, ni frente a los cuales puedes posicionarte de una manera clara, es por ejemplo, el caso de un extorsionador o de un ladrón, quizás no hacen daño físicamente a nadie, pero el extorsionador daña la calidad de vida del extorsionado pero, ¿le daña si son mentira sus amenazas? ¿No es un caso similar el de un banco que amenaza con quitarte la casa si no pagas la hipoteca?... Y el ladrón ¿Si roba a un banco, hace daño a personas individuales? ¿Y si roba para poder dar de comer a su familia porque no encuentra trabajo?...

Al margen de la dificultad de estos casos, damos por sentado que las personas que ingresan en la cárcel, voluntariamente han cometido en actos que sabían que eran ilegales utilizando su libertad para llevar a cabo acciones que se supone, no debían hacer. Sin embargo, en el caso de una persona internada en una institución mental no ha cometido tales actos.

Antiguamente, a estas personas se la encerraba sin consultarles, sin que fuera necesario pedir su conformidad con el internamiento, se las encadenaba si no seguían unas reglas, se las medicaba sin consentimiento de nadie, salvo de los médicos que allí trabajaban. Medicación realmente fuerte que dejaba a estas personas sin ninguna capacidad, medicación que les hacía ser “dóciles” y que no molestaran. En este caso, no solo se privaba a las personas de la libertad física, también se las privaba de su libertad de pensamiento que se veía perjudicado por la fuerte medicación. Y todo esto, cuando el único delito de la mayoría de estas personas era estar enfermo o, en el peor de los casos, dependiendo de cuánto nos remontemos al pasado, ser homosexual o mantener una relación interracial.

Afortunadamente las cosas están cambiando, y ahora la ley ampara a estas personas. En España el internamiento psiquiátrico está regulado por el Código Penal, el Código Civil y la Ley General de Sanidad. Según el artículo 17.1 de la Constitución española "toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad. Nadie puede ser privado de su libertad, sino con la observancia de lo establecido en este artículo y en los casos y en la forma previstos por la ley".

España el internamiento psiquiátrico está regulado por el Código Penal, el Código Civil y la Ley General de Sanidad. Según el artículo 17.1 de la Constitución española "toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad. Nadie puede ser privado de su libertad, sino con la observancia de lo establecido en este artículo y en los casos y en la forma previstos por la ley".

La Ley de Enjuiciamiento Civil 1/2000 de 7 de Enero ha derogado el artículo 211 del Código Civil, que es sustituido por el 763 de la Ley 1/2000 que bajo el título “Internamiento no voluntario por razón de trastorno psíquico” contempla que: "El internamiento, por razón de trastorno psíquico, de una persona que no esté en condiciones de decidirlo por sí misma , aunque esté sometida a patria potestad o tutela, requerirá autorización judicial, que será recabada del Tribunal del lugar donde resida la persona afectada por el internamiento(…)”.

El internamiento judicial es siempre un caso excepcional que debe velar por el bienestar de la persona implicada y buscando siempre el trato más humano para ella.

Sin embargo, a pesar de las decisiones de jueces e individuos ¿Quién otorga el poder de condenar a una persona al internamiento? Un único juez es el que decide en los casos de pena penal e internamiento psiquiátrico no voluntario.

TERESA DÍAZ DE ATAURI

domingo, 26 de mayo de 2013

Ser el cambio

Podemos escuchar en muchas personas, sobre todo de edad avanzada, hablar de cómo ha cambiado la vida, señalando muchas veces el camino negativo que se ha tomado.

Antes las sociedades eran diferentes. Las personas se conocían, las relaciones sociales eran mayores, tanto en la familia como con personas del ámbito extra-familiar. Frente a esta visión se sitúan las sociedades modernas, caracterizadas por el individualismo. Entonces, ¿hemos pasado de sociedades a individuos? ¿Hemos dejado atrás el bienestar común para dar paso a un bienestar individual? Muchas personas contestarían a ambas preguntas con un rotundo sí y no sería tan criticable. Tenemos ejemplos clave como la Revolución Francesa, el Levantamiento de los madrileños del 2 de mayo, y otros muchos ejemplos de fuerza común, de sociedades unidas con un mismo objetivo a conseguir, siendo muchas veces alcanzado por un todos, por un nosotros, y no por un tú o yo. A día de hoy podemos observar como, por ejemplo, el movimiento del 15M ha quedado para muchos en el olvido y como, para otros, ni siquiera existió. ¿Nos estamos convirtiendo en un simple yo? Es triste ver que esto puede ser cierto y que por ello estamos perdiendo muchas de las cosas que nuestros antepasados consiguieron con su esfuerzo y su lucha.

Hoy en día solo importa tener un trabajo, una casa, una vida normal. Pero nos olvidamos de lo importante, del bienestar social, común, de todos y para todos. Si esta idea tomase un cambio en la mentalidad de muchas personalidades que se encargan de este bienestar la situación cambiaria. Ayer vi el nombre de una película que perfectamente podría utilizarse para describir nuestra sociedad actual: Nadie conoce a nadie. Y es que es cierto, apenas conoces al círculo que te rodea pero los demás no importan. Muchas personas se preguntan por qué estudio trabajo social y mi respuesta es, porque si no, ¿quién lo hace?, es decir, ¿quién se ocupa de eso que nadie quiere hacer, de esas personas que nadie quiere ver? Nos estamos volviendo cada vez más fríos y distantes, dando escasa importancia al dolor de los demás.


No sabría decir qué fue primero, si una sociedad desinvolucrada o unos individuos desesperanzados y vacíos. Aún no sabemos dónde está la solución, muchas personas ofrecen un cambio pero no son escuchadas, el interés es otro. No sé si sólo soy yo la que tiene miedo de encontrarse en una sociedad más individualista aun o si por el contrario existen más personas que comparten esta idea y esperan que de nuevo se produzca una revolución social que nos permita salir de esta espiral de absurdo e inútil vacío. Siempre ha resultado muy fácil quejarse de la situación pero no hacer nada al respecto, idea a la que Gandhi respondía con su frase “Sé el cambio que tú quieres ver en el mundo” (Be the change that you want to see in the world), algo que si fuese llevado a cabo por, aunque fuese un número pequeño de la sociedad, podría llevarnos a alcanzar grandes cosas, dejando de lado nuestra preocupación por el yo e intentando trabajar por ese cambio que todos esperamos.

Carmen Diego Seller

El miedo como ejemplo de la relación sociedad-individuo

Hay conductas colectivas, como el hecho de taparse los ojos por miedo en el mismo momento, que son reconocidas como conductas en masa. Se entiende como una manifestación del miedo, pánico, de una fuga de la colectividad… en el que se acentúa la acción “sin actores” como una suma accidental de individuos (Le Bon y Tarde), para los que los motivos que surgen de esa interacción son producto de una “muchedumbre irracional”. 

Si observamos esta idea podríamos entender el hecho de que sería la sociedad la que extendería el miedo entre los individuos, pero, mi pregunta es: ¿no nace el miedo primeramente de un individuo? Es decir, todos sabemos que el fuego nos quema si lo tocamos y de esa forma nos hace daño porque hubo un primer individuo que se quemó al hacerlo, empezando así ese miedo a ser quemados.

El miedo es una de las conductas colectivas (o conductas en masa) más conocidos y comprobados. Para ver su fuerza no tendríamos más que echar a correr una o dos personas con miedo en el rostro para que seguidamente algunas otras personas mirasen al lugar observado por los que huyen y, muy probablemente, intentasen correr después.

Pero esto sigue sin responder a nuestra pregunta porque, ¿es verdad que un simple individuo puede generar miedo en toda una sociedad? Podríamos decir que sí, si observamos situaciones extremas como dictaduras, en las que una sola persona lleva el mando de la sociedad y con él llena de miedo a sus ciudadanos. Pero bien es cierto que esa persona no trabaja sola, entonces este hecho no sería del todo cierto, ya que se tiene miedo no solo al gobernante, sino a los que a él le siguen y a los que por el trabajan. 

Otra pregunta que podríamos hacer sería: ¿influyen los demás en un individuo o es el propio individuo el que se encamina hacia lo que hacen los demás? No sería ninguna locura afirmar esto en algunos casos ya que, como todos podemos observar tanto en la vida propia como en la de los otros, hay múltiples aspectos en los que nuestro deseo es encaminarnos hacia lo que hacen los demás  compartir con ellos algún aspecto. esto, desde mi punto de vista, nos encaminaría otra vez hacia la inevitable unión sociedad-individuo, por la que ambos se necesitan y de la que ambos se alimentan. Y en este caso, el miedo sería un simple ejemplo que podría probar esta idea.


En resumen, creo que en el miedo, como en otras muchas conductas, la sociedad toma un papel importante influyendo en el individuo. Un conjunto de individuos siente ese sentimiento y, de una manera u otra, se lo transmite a otros individuos, generándose así una conducta social. El miedo sería un ejemplo como otros muchos que pudiésemos redactar, pero es una pena que éste sea un caso tan fácil de aplicar a las sociedades y el bienestar no, teniendo este que ser promovido por unos pocos y seguido por otros pocos, encontrándonos en un camino hacia el bienestar que transcurre lento, esperando la sociedad una ayuda extra que le haga ir más rápido en ese camino.

Carmen Diego Seller