Podemos
escuchar en muchas personas, sobre todo de edad avanzada, hablar de cómo ha
cambiado la vida, señalando muchas veces el camino negativo que se ha tomado.
Antes
las sociedades eran diferentes. Las personas se conocían, las relaciones
sociales eran mayores, tanto en la familia como con personas del ámbito extra-familiar.
Frente a esta visión se sitúan las sociedades modernas, caracterizadas por el
individualismo. Entonces, ¿hemos pasado de sociedades a individuos? ¿Hemos
dejado atrás el bienestar común para dar paso a un bienestar individual? Muchas
personas contestarían a ambas preguntas con un rotundo sí y no sería tan
criticable. Tenemos ejemplos clave como la Revolución Francesa, el
Levantamiento de los madrileños del 2 de mayo, y otros muchos ejemplos de
fuerza común, de sociedades unidas con un mismo objetivo a conseguir, siendo
muchas veces alcanzado por un todos, por un nosotros, y no por un tú o yo. A día
de hoy podemos observar como, por ejemplo, el movimiento del 15M ha quedado
para muchos en el olvido y como, para otros, ni siquiera existió. ¿Nos estamos
convirtiendo en un simple yo? Es triste ver que esto puede ser cierto y que por
ello estamos perdiendo muchas de las cosas que nuestros antepasados
consiguieron con su esfuerzo y su lucha.
Hoy
en día solo importa tener un trabajo, una casa, una vida normal. Pero nos
olvidamos de lo importante, del bienestar social, común, de todos y para todos.
Si esta idea tomase un cambio en la mentalidad de muchas personalidades que se
encargan de este bienestar la situación cambiaria. Ayer vi el nombre de una película
que perfectamente podría utilizarse para describir nuestra sociedad actual: Nadie conoce a nadie. Y es que es
cierto, apenas conoces al círculo que te rodea pero los demás no importan. Muchas
personas se preguntan por qué estudio trabajo social y mi respuesta es, porque si no, ¿quién lo hace?, es decir,
¿quién se ocupa de eso que nadie quiere hacer, de esas personas que nadie
quiere ver? Nos estamos volviendo cada vez más fríos y distantes, dando escasa
importancia al dolor de los demás.
No
sabría decir qué fue primero, si una sociedad desinvolucrada o unos individuos
desesperanzados y vacíos. Aún no sabemos dónde está la solución, muchas
personas ofrecen un cambio pero no son escuchadas, el interés es otro. No sé si
sólo soy yo la que tiene miedo de encontrarse en una sociedad más
individualista aun o si por el contrario existen más personas que comparten
esta idea y esperan que de nuevo se produzca una revolución social que nos
permita salir de esta espiral de absurdo e inútil vacío. Siempre ha resultado
muy fácil quejarse de la situación pero no hacer nada al respecto, idea a la
que Gandhi respondía con su frase “Sé el cambio que tú quieres ver en el mundo”
(Be the change that you want to see in
the world), algo que si fuese llevado a cabo por, aunque fuese un número
pequeño de la sociedad, podría llevarnos a alcanzar grandes cosas, dejando de
lado nuestra preocupación por el yo e intentando trabajar por ese cambio que
todos esperamos.
Carmen Diego Seller
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