domingo, 2 de junio de 2013

Paternalismo bueno y paternalismo malo

Con frecuencia, en la vida cotidiana de las personas, de las familias, comunidades y pueblos se ven situaciones que con frecuencia se pueden calificar como de partenalistas. Y se aceptan también con frecuencia como normales o al menos aceptables.  Los padres son “paternalistas”; los gobernantes son “paternalistas” en muchos casos; los docentes con sus alumnos, y así sucesivamente.
Pero hasta donde ese paternalismo es bueno o malo, o conveniente y no conveniente. O todo paternalismo es “malo” o “bueno”, sin posiciones intermedias.  Para tratar de responder estas respuestas, hay que necesariamente tomar como referencia la libertad y la autonomía de las personas; pero además otros valores como la dignidad, la responsabilidad, la realización personal.  Ello demuestra que no es una tarea fácil tratar de limitar lo que puede llegar a ser un paternalismo bueno o malo, o en otras palabras, hay un paternalismo necesario y otro no necesario.  Es el fin de la presente reflexión.
En el texto de referencia, de Victoria Camps, titulado “Paternalismo y bien común”, se acepta que hay paternalismo bueno y otro malo.  Ello tomando como referencia la noción de libertad y de autonomía.  El malo restringe la libertad de las personas y su autonomía; el bueno, las favorece.  El paternalismo bueno busca el bien ajeno, el malo busca el propio bien, aprovecharse de una determinada situación. ¿Pero qué se puede entender en ese contexto por libertad? ¿Qué por autonomía?

La libertad según Berlin, citado por Camps, tiene dos dimensiones. Una dimensión negativa, que se pudiera llamar la libertad de hacer. Y otra positiva, que se podría calificar como la libertad de ser.  Las dos se complementan, siendo necesaria la primera para llegar a la segunda.  Cuando una persona paternalista se acerca a otra, puede llegar a afectar la libertad de hacer y de ser. Sucede cuando el padre sobreprotege al hijo y lo encierra con el pretexto de protegerlo; está limitando su libertad y su desarrollo autónomo. O cuando un gobierno se vuelve policivo en exceso, con el pretexto de que sus ciudadanos necesitan de protección y entonces comienza a inmiscuirse en su vida personal, llegando a limitar sus libertades básicas.  También un paternalismo que a primera vista pudiera calificarse como bueno, puede llegar a situaciones similares.  Cuando a una persona se le da todo lo que necesita (el dicho popular de que se le da el “pescado” y no se le enseña a pescar), entonces se cae en un paternalismo nocivo.
Es muy fácil traspasar esa línea entre el paternalismo bueno y el malo, más hacia el lado malo. Porque quien asume una actitud paternalista, con frecuencia termina considerando que tiene algunas prerrogativas o derechos sobre el protegido, y termina buscando sacar ventaja de dicha situación.  Esa invasión a la libertad y autonomía del otro, trae una afectación a su propio desarrollo, la cual depende del grado en que se manifiesta dichas situaciones paternalistas.  Por lo general son muy negativas, porque afectan el libre desarrollo de la persona protegida.

El paternalismo bueno es por tanto más difícil de lograr. Es un ideal más caro y más complejo. Lograr que el acercamiento al otro sea constructivo, para que ese Otro adquiera las competencias necesarias de ser libre y autónomo es una tarea que requiere de mucho tacto.  De hecho, debe ser un paternalismo que genere unas condiciones para el crecimiento personal, de formación para la libertad y la autonomía, que respete los límites, la dignidad, la persona que encarna el semejante.

En conclusión, es común en nuestra sociedad las manifestaciones paternalistas. Otros dirían asistencialistas,  pero en su dimensión negativa.  Es obvio que en ciertas circunstancias de lugar y tiempo, es necesario que exista ese paternalismo, que lo podríamos considerar como solidario. Pero se debe buscar que ese paternalismo pase a ser positivo, llegándose a construir una relación significativa con la persona vulnerable, personificante, dignificante. En otra palabras, humanizante.

Nerea Callens Barquero

2 comentarios:

  1. Un texto muy interesante sobre un tema al que no se le da la suficiente importancia y sobre el que no nos educan. Por lo cuál seguimos cometiendo y perpetuando los mismos errores.

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