miércoles, 3 de abril de 2013

Inevitable vínculo sociedad-individuo.


Russeau ya señalaba en el siglo XVIII que “el ser humano es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe”. De este modo observamos que desde hace muchos años la sociedad y el individuo han estado unidos, tanto para lo bueno como para lo malo, como si de un matrimonio estuviésemos hablando, uno sin el otro nunca se han reconocido. Y es que, como decía Aristóteles “el hombre es un ser social por naturaleza”, necesita de su entorno y éste le necesita a él.

Una vez señalada esta idea inicial podemos centrarnos en tratar de explicar por qué ambos se necesitan:

La sociedad está formada por un amplio conjunto de individuos (o quizás no tan amplio si de sociedades pequeñas se tratase) y por lo tanto, sin ellos, ésta no existiría. Partiendo de esta idea observamos también que lo bueno así como lo malo que un individuo o más bien varios (para hacerse más notable si hablamos de un número mayor de personas) realice se verá reflejado de una u otra forma en su sociedad. Para dar una visión de este hecho tratemos un tema de actualidad, como por ejemplo la crisis española, tema por el cual todos nos vemos involucrados, a la hora de buscar culpables… ¿quiénes han sido señalados? Políticos, banqueros, empresarios… no hemos supuesto que la culpa fuese de todo, sino que hemos apuntado con el dedo a determinados individuos que, lo queramos o no, se encuentran en nuestra sociedad. Otro ejemplo más simple y, en este caso favorecedor para muchos, sería el de la selección española de fútbol campeona tanto de Europa como a nivel mundial; en este caso encontramos expresiones como “somos los campeones”, “España es la mejor”, en personas no pertenecientes a la selección, es decir, nos atribuimos las glorias de otros simplemente porque también son españoles.

De este modo se intenta mostrar cómo lo bueno y lo malo realizado por algunos se refleja en el conjunto global de la sociedad, en este caso de la nuestra.

Por otro lado se encuentra el individuo. Es cierto que lo importante es la realización personal, el desarrollo y el crecimiento de uno mismo y el tan famoso empowerment. Pero, seamos sinceros, ¿todo esto es siempre posible así, sin más? Realmente no, o al menos mi perspectiva así lo cree. Todos los individuos son alguien por el simple hecho de nacer y de hecho así se demuestra en los diversos derechos y obligaciones con los que un individuo cuenta. Pero todos esos derechos y todas esas obligaciones han sido creados y fundados en sociedad. Nadie escoge sus derechos a su gusto, ni decide qué obligaciones quiere tener y cuáles no. Así, observamos cómo la sociedad, ya desde el momento de nacer, influye en el individuo.

A lo largo de toda su vida el individuo se encontrará con la sociedad a cada paso que dé. La sociedad le verá nacer, la sociedad le ayudará en su desarrollo académico, la sociedad le promoverá una salud (esto sería aplicable en este caso a la sanidad española), y un largo etcétera en el cual, nos guste o no, siempre estaremos vinculados a vivir en sociedad y a necesitarla.

Debemos entender que necesitar a la sociedad no es tan malo cómo muchas veces parece. Somos ciudadanos y por ello debemos exigir lo que es nuestro, así como cumplir con nuestras obligaciones (aquí podríamos abrir un paréntesis en el que discutir ciertas obligaciones, pero no es el momento) para mantener un cierto equilibrio entre sociedad e individuos. Pero nunca debemos confundir que el hecho de necesitar a la sociedad nos hace débiles o afecta al desarrollo personal del individuo puesto que no es así, ya que, como hemos dicho, el ser humano es un ser social, y por tanto debe poder contar con ello siempre.
Carmen Diego Seller



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